Los mates construidos con calabaza de mate necesitan ser curados, esto es, necesitan ser acondicionados para que puedan cumplir con su función. Con la curación se elimina la presencia de hollejos y demás restos vegetales en el interior del recipiente, y se le da un grado de impermeabilidad en las paredes interiores.

Pero lo más importante y que hace que esos mates sean preferidos por lo materos es que van incorporando el aroma de la yerba y luego lo mantienen.

La primera parte consiste en sacarle los hollejos, para esto se llena el recipiente nuevo con yerba usada, sacada de algún mate en uso. Se ceba con agua caliente y se deja descansar por un día. Luego se quita la yerba y se raspa el interior con el mango de una cuchara. Al terminar se lava con agua fría y se repite la operación de llenar la calabaza con una cebadura vieja para volver, al día siguiente, a realizar un nuevo raspado.

La segunda parte del proceso depende del destino del mate, ya que es muy distinto curar un mate dulce que uno amargo.

Curando un mate amargo: En este caso se llena el mate con una cebadura nueva, a la que se le hecha agua hirviendo, y se lo deja hasta el día siguiente. De esta manera la yerba desprenderá todas sus propiedades que serán absorbidas por las paredes del mate. Luego se retira la yerba y se lava. Algunas personas lo consideran curado y listo para ser utilizado; otras prefieren repetir la operación por dos o tres días como forma de asegurarse una más profunda maduración.

Curando un mate dulce: En estos casos, el primer paso consiste en echar en el mate una cucharada sopera de azúcar en polvo, seguida de una brasa encendida, agitando el mate para evitar que se dañen las paredes interiores. Cuando la brasa se apaga y se enfría se añade un poco de yerba, no más de dos o tres cucharadas, y se llena con agua hirviendo. Luego de unas horas se vuelca en contenido y se deja secar. No hay que lavarlo ni enjuagarlo. Al igual que en el caso anterior hay personas que prefieren repetir todo el proceso por dos o tres días.