Cabocos
Avispas cartoneras
¿Quién de entre nosotros, estando en el campo, no ha descubierto una pequeña placa grisácea parecida a una mancha de barro seco? La hemos visto colgada entre los arbustos, en el marco de alguna ventana, bajo algún alero o suspendida de una viga. Cuando nos aproximamos descubrimos que es un conjunto de pequeñas celdillas hexagonales fabricadas con un material resistente parecido al cartón, alrededor: del cual vemos revolotear unos insectos de color negro y amarillo.
Son avispas, y las placas colgantes y acartonadas, sus nidos. Pertenecen a una especie que se llama avispa cartonera, cuyo nombre científico es Polistes gallicus. ¿Por qué se les da ese nombre? Porque construyen sus nidos con una pasta de papel que obtienen triturando con las mandíbulas fibras de madera que mezclan con su propia saliva.
La avispa cartonera, que pertenece al orden de los himenópteros porta-aguijón, es más pequeña que la avispa común. Su abdomen de forma ovoide está separado del coselete por una estrangulación muy marcada. A diferencia de las abejas, empieza la construcción de su nido como obrera independiente. Al principio de la primavera, una hembra henchida de huevos listos para ser depositados sale del escondrijo donde pasó el invierno en condiciones muy precarias (pocos ejemplares llegan a sobrevivir durante los grandes fríos), y sin perder tiempo se consagra a su obra arquitectónica: la construcción del nido. El avispero no ofrece la misma simetría que las colmenas de las abejas.
Durante el invierno, la mayoría de las Polistes mueren de frío. Las hembras sobrevivientes construyen el nido
en primavera, en cuanto abandonan su refugio invernal.
Es rudimentario y está prendido a su sostén por un cemento muy resistente. La avispa sigue con su labor solitaria hasta el momento en que, de los huevos depositados en los alvéolos, nacerán las larvas, a las cuales alimenta diariamente con insectos que mata y mastica ella misma previamente. Al finalizar la primavera, cada alvéolo se cierra y, bajo la tapa resistente, obra de la propia larva, se cumplirá la evolución misteriosa. Al cabo de una decena de días surge a la luz un insecto perfecto, de coselete brillante, con anillos orlados de amarillo y dos manchas negras.
Las alas están ya preparadas para el vuelo. A partir de ese momento, la madre se convierte en el jefe de una pequeña colonia. Las obreras (insectos asexuados que no procrean) se encargan de buscar los materiales y los alimentos y agrandan el avispero mientras se desarrollan las hembras y los machos destinados a la reproducción de la especie. Como la vida de las abejas, la de las avispas está minuciosamente coordinada; la gran diferencia entre la colmena y el avispero estriba en que la primera se presenta como una gran ciudad, habitada por un pueblo, altamente civilizado, mientras que el segundo se asemeja a un campamento provisional que se abandonará a la llegada del invierno.
El nido dela avispa cartonera puede alcanzar hasta diez centímetros de diámetro. Está formado
por una sola hilerade alvéolos. Aquí vemos un nido muy agrandado.
En Europa no existen müchas especies de avispas, y en cambio abundan en las regiones templadas y frías de América. La avispa común (Vespa ‘tiulgaris) abunda en Europa y en América; construye nidos subterráneos y vive en pequeños grupos. En América y en Siria encontramos la avispa germánica (Vespa germanica), que también se halla con frecuencia en el norte de la India, en Argelia y en gran parte de Europa. Esta especie suspende de las ramas los nidos que fabrica con un tejido particular.
La avispa roja (Vespa rufa) se encuentra, en América y es fácil distinguirla de las demás porque presenta el abdomen cilíndrico, con la base roja. Construye los avisperos en el suelo y forma grupos muy numerosos. La picadura de estos insectos es muy dolorosa. Para curarla es necesario arrancar el aguijón, procurando no comprimir la bolsa de veneno que puede llevar adherida. Luego se aplica agua fría, alcohol o amoníaco diluido en agua. Diariamente las avispas destruyen gran número de moscas y de larvas.
No debemos matar inútilmente a estos insectos que sólo pican cuando los molestan o se creen atacados, pues una avispa menos representa cien moscas y mil gusanos más.
Son avispas, y las placas colgantes y acartonadas, sus nidos. Pertenecen a una especie que se llama avispa cartonera, cuyo nombre científico es Polistes gallicus. ¿Por qué se les da ese nombre? Porque construyen sus nidos con una pasta de papel que obtienen triturando con las mandíbulas fibras de madera que mezclan con su propia saliva.
La avispa cartonera, que pertenece al orden de los himenópteros porta-aguijón, es más pequeña que la avispa común. Su abdomen de forma ovoide está separado del coselete por una estrangulación muy marcada. A diferencia de las abejas, empieza la construcción de su nido como obrera independiente. Al principio de la primavera, una hembra henchida de huevos listos para ser depositados sale del escondrijo donde pasó el invierno en condiciones muy precarias (pocos ejemplares llegan a sobrevivir durante los grandes fríos), y sin perder tiempo se consagra a su obra arquitectónica: la construcción del nido. El avispero no ofrece la misma simetría que las colmenas de las abejas.
Durante el invierno, la mayoría de las Polistes mueren de frío. Las hembras sobrevivientes construyen el nido
en primavera, en cuanto abandonan su refugio invernal.
Es rudimentario y está prendido a su sostén por un cemento muy resistente. La avispa sigue con su labor solitaria hasta el momento en que, de los huevos depositados en los alvéolos, nacerán las larvas, a las cuales alimenta diariamente con insectos que mata y mastica ella misma previamente. Al finalizar la primavera, cada alvéolo se cierra y, bajo la tapa resistente, obra de la propia larva, se cumplirá la evolución misteriosa. Al cabo de una decena de días surge a la luz un insecto perfecto, de coselete brillante, con anillos orlados de amarillo y dos manchas negras.
Las alas están ya preparadas para el vuelo. A partir de ese momento, la madre se convierte en el jefe de una pequeña colonia. Las obreras (insectos asexuados que no procrean) se encargan de buscar los materiales y los alimentos y agrandan el avispero mientras se desarrollan las hembras y los machos destinados a la reproducción de la especie. Como la vida de las abejas, la de las avispas está minuciosamente coordinada; la gran diferencia entre la colmena y el avispero estriba en que la primera se presenta como una gran ciudad, habitada por un pueblo, altamente civilizado, mientras que el segundo se asemeja a un campamento provisional que se abandonará a la llegada del invierno.
El nido dela avispa cartonera puede alcanzar hasta diez centímetros de diámetro. Está formado
por una sola hilerade alvéolos. Aquí vemos un nido muy agrandado.
En Europa no existen müchas especies de avispas, y en cambio abundan en las regiones templadas y frías de América. La avispa común (Vespa ‘tiulgaris) abunda en Europa y en América; construye nidos subterráneos y vive en pequeños grupos. En América y en Siria encontramos la avispa germánica (Vespa germanica), que también se halla con frecuencia en el norte de la India, en Argelia y en gran parte de Europa. Esta especie suspende de las ramas los nidos que fabrica con un tejido particular.
La avispa roja (Vespa rufa) se encuentra, en América y es fácil distinguirla de las demás porque presenta el abdomen cilíndrico, con la base roja. Construye los avisperos en el suelo y forma grupos muy numerosos. La picadura de estos insectos es muy dolorosa. Para curarla es necesario arrancar el aguijón, procurando no comprimir la bolsa de veneno que puede llevar adherida. Luego se aplica agua fría, alcohol o amoníaco diluido en agua. Diariamente las avispas destruyen gran número de moscas y de larvas.
No debemos matar inútilmente a estos insectos que sólo pican cuando los molestan o se creen atacados, pues una avispa menos representa cien moscas y mil gusanos más.